Vamos hoy con un nuevo tutorial en el que abordamos la estrategia más utilizada de pricing en la página web. Nos referimos a cómo contamos los precios de nuestros servicios para que el público los entienda y tomen la decisión de contratarnos.
Cada vez es más frecuente, entre las dietistas-nutricionistas y otros profesionales sanitarios, incluir las tarifas de sus consultas privadas. Ya no nos da «miedo» decir cuánto cobramos ni tenemos la expectativa de «si lo digo se irá con otra persona». Al revés, esto favorece el proceso de contratación de los servicios, mejora la transparencia y, en consecuencia, el posicionamiento de la marca.
Para hacer frente a una estrategia de pricing debemos cuestionarnos ciertos aspectos previamente:
- ¿Cuánto vale realmente nuestro servicio y qué margen queremos obtener?
- ¿En qué rango de precios puedo moverme según las características de mi público objetivo?
- ¿Cuánto es el máximo y el mínimo que nuestro usuario esta dispuesto a pagar?
- ¿Voy a lanzar ofertas puntuales? ¿Tengo bonos de consulta?
- ¿Podría hacer una subida o bajada de precio en algún porcentaje concreto a posteriori?
El bueno, el feo y el malo
En general, es una de las estrategias más comunes en las empresas y páginas online, que sirve para modelos de pago como para modelos freemium. Se basa en la declaración de tres tipos de «productos» o «servicios»:
- El feo: podemos describir al feo como la primera opción que siempre nos encontramos, que suele ser el plan más básico. Es como una única consulta, que realmente no es rentable porque sueles ver a una persona en un momento puntual. En principio, parece que estaríamos obligadas a ofrecer una opción más accesible para nuestro público, como por ejemplo un bono. En este caso, los usuarios entienden que las características son limitadas: quizá no incluye antropometría, seguimientos, material de recetarios, etc.
- El bueno: el que realmente nos interesa que contraten. Suele ser el plan estándar y se entiende como el más vendido. Ofrecemos lo que la gran mayoría de nuestros cilentes o pacientes necesitan de nuestra consulta. Es el plan que te garantiza mayor rentabilidad, ofreces servicios que el usuario interpreta como los que realmente le beneficia. Suele tener un precio intermedio, por ejemplo un bono de 230€ por 5 consultas.
- El malo: la última y tercera opción, lo que viene siendo el plan premium, como si te fueses a casar con esa persona para siempre. Incluiría muchos servicios y «funcionalidades» por un poco más de dinero que el bueno, por lo que no es nuestra opción más rentable. Así, el usuario identifica que no necesita tanto, que su exigencia con la consulta no es tan extrema. Tiene que ser un precio bastante elevado ya que corremos el riesgo de hacer venta cruzada a ese paciente o cliente de más planes «buenos».
No penséis que intentamos mercantilizar la salud de las personas, intentamos adaptarnos a las necesidades como dietistas-nutricionistas y TSD hasta que consigamos acabar con esta #SanidadDesnutrida. Que hemos elegido esta profesión y debemos intentar vivir de ella. ¿No?
Si tienes cualquier duda, ponte en contacto con nosotras y te ayudaremos a definir el pricing de tu consulta y cómo comunicarlo en tu página web.
Nos vemos en el próximo tutorial. Hasta entonces…
¡Adiós!